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El sueño que Moyano no pudo cumplir y ahora cantan los huérfanos de la era Cambiemos

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Por: Diego Genoud

Era algo tan inviable que le costó la intemperie y el exilio al sindicalista más poderoso de la Argentina, en el momento en que su gobierno tenía la legitimidad más alta. En el país peronista, con un gobierno de esa cuna que se abrazaba al ideario del mercado interno y la producción nacional, Hugo Moyano tuvo la osadía de pedir un sueño imposible: un trabajador en la Casa Rosada.

La historia ya contada es que a Cristina Kirchner no le gustó nada. La trabajadora ya había llegado, era ella, según dijo ante un estadio de River repleto como nunca de militancia sindical.

Se escribió mucho de las razones que llevaron a una ruptura que, vista desde hoy, empujó a todos a la derrota. Al kirchnerismo, a perder el respaldo de un aliado de peso social irremplazable que empezó a virar en busca de un puerto que le permitiera amarrar. Primero fue el massismo, después quizá fue el macrismo, hoy no se sabe.

Al moyanismo, a renunciar a ese salto a la política que se había fijado como meta trascendental.

Que la columna vertebral del peronismo pase a ser la cabeza del movimiento nacional justicialista era una idea ambiciosa y quizá más, anacrónica. Producto de la ruptura del mundo del trabajo que precedió y sobrevivió al kirchnerismo, y pese al poderío que ganaron los gremios en la la era Kirchner, al sueño de Moyano lo interrumpió rápido el despertador de un PJ gobernante que -con o sin razón- sigue relegando a los sindicatos.

Moyano se enfrentó a la ex presidenta, encabezó las huelgas por Ganancias, inauguró una estatua con Macri, se llamó a un silencio estratégico, se convirtió en presidente de su club y le consiguió trabajo a su yerno. Recién en 2018, comenzó a ver que la paz del macrismo tenía sus limitaciones, apretado por la situación de OCA, donde nadie sabe si es sindicato o empresa.

Con Hugo, se clausuró una era que dejó a la dirigencia gremial atontada, presa de su colaboracionismo, incapaz de pegar un grito que estremeciera al poder. Tantos años reclamando un paro de la CGT y, cuando llega -el lunes último-, nadie se entera ni cambia nada.

Justo la noche de la huelga más intrascendente, después de la Intifada y la represión, las cacerolas volvieron a hermanarse con el progresismo y la izquierda.

Lo más sorprendente no fue eso, sino la consigna que alguien logró traficar en medio del ruido: “Unidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode, se jode”.

El coro inédito de una clase media siempre sospechosa de no reconocerse parte de la masa asalariada, en el momento en que la central sindical mayoritaria también aparece esquivando piedras y sin capacidad de conducir más que a un sector. Una clase media que ya no va en alianza con el piquete sino que se piensa distinta, con Cambiemos en el gobierno. En el mundo del trabajo astillado en mil pedazos, con casi el 40 por ciento de los trabajadores en negro, con la aristocracia obrera en problemas, en las calles el mandato dice: unidad entre los que viven de su trabajo. Como si el anhelo de Moyano -hallar al Lula aborigen- debiera cumplirse por fuera de la CGT y los altos mandos sindicales.

Un horizonte lejano. Que puede ser apenas parte de la confusión o puede ser un programa de gobierno devaluado como acto reflejo tanto por la historia como por las amplias fuerzas del cinismo. La unidad de los trabajadores para llegar a la Casa Rosada, un imposible que la Argentina no se puede permitir pensar, ni siquiera cuando todas las identidades políticas se desangran en su impotencia. Cuando en el gobierno están los CEOs y los dueños, contraparte victoriosa ante los trabajadores.

Inviable. Tanto casi como un presidente criado en el mundo de las empresas que llegue al poder por los votos, sin necesidad de travestirse en las filas del peronismo o el radicalismo.

Que venga la nochebuena. Y se cumplan nuestros deseos.

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Cómo romper la “maldición del Sillón de Rocha”

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Maldición sillón de Rocha

Por: Luis Gotte*

Esta es una historia que desafía la lógica y escapa a la rigurosidad de los libros de historia, de todo análisis sociológico o político. Incluso, hasta los periodistas convencionales no abordan la temática, porque está envuelta en un velo de misterio y superstición. Sin embargo, es innegablemente real, respaldada por hechos que desafían toda explicación racional.

Un dato de la historia es que Mar del Plata estaba destinada a ser la capital de la Provincia de Buenos Ayres. Sin embargo, la falta de conocimiento de sus bondades por parte de quien debía decidir su destino cambiaría el curso de los acontecimientos. La urbe de La Plata nace como una alternativa, construida con planos sospechosos de tener origen en un grupo de lobistas pertenecientes a una Sociedad Anónima conocida como Masones. En tan solo cuatro años, se erige la primera urbe hispanoamericana no fundada por España, un privilegio que auguraba un gran destino. Sin embargo, la sombra de la rivalidad con la capital argentina, la urbe del Buen Ayres, impedirá que La Plata brille con todo su esplendor.

La relación entre el presidente argentino, el Gral. Julio Argentino Roca, y el gobernador bonaerense Dardo Rocha eran cordiales y amistosas, pero, repentinamente el porteño manifiesta querer ser presidente de la nación. Roca llevaba un año y medio en el Sillón de Rivadavia. Comienzan las tensiones políticas. El tucumano se enfurece y decide enviar al vicepresidente al acto fundacional, pero él tampoco asistirá. Entonces, concurre el Ministro de Relaciones Exteriores y Culto. El Arzobispo capitalino tampoco irá. Ese día el calor fue insoportable y la comida se echó a perder, y el vaso de agua se venderá a precio de un barril de petróleo. Por la noche, una terrible tormenta azotó a la naciente urbe, y los asistentes que venían de la Capital Federal tuvieron que atravesar el barro para llegar a la estación y tomar el tren de vuelta. Pero los asientos que habían reservado fueron vendidos por los roquistas a otros pasajeros. La Plata tuvo un mal comienzo el día de su fundación.

A pesar de la falta de figuras destacadas en el evento, Rocha demostró astucia al contratar al fotógrafo Thomás Bradley. Este capturó imágenes del día, pero también se aventuró a crear retratos de aquellos ausentes mediante técnicas sorprendentes. Con ese material se dirige a Italia, a los talleres del artista Quincio Cenni quien realizará una tarea maravillosa, logrando que los ausentes estén presentes en la colocación de la piedra fundacional. Incluso, y sin consultar, hasta el mismo Cenni aparece en el retrato. Al día de hoy no se sabe quién concurrió y quién no debió estar en esa imagen. Como tampoco quien pagó los gastos del gobierno liberal.

Durante la tormentosa noche de fundación, simpatizantes de Roca buscaron a una famosa bruja de la región, conocida como «la tolosona», por vivir en la localidad de Tolosa. Se dice que realizó un ritual en la piedra fundacional, involucrando prácticas antiguas como beber vino robado (corrupción), girar en sentido contrario a las agujas del reloj (decadencia) y orinar en la piedra (yeta, mala suerte) y, así, evitar que Rocha llegará a la presidencia. Parece ser que, este hechizo fue muy potente porque se viene transmitiendo de generación en generación, impidiendo que ningún gobernador alcanzara la presidencia. Otro dato, el 70% de los gobernadores fueron porteños.

En 1999, el gobernador Eduardo Duhalde, nacido en la provincia bonaerense, alertado sobre estas cuestiones esotéricas, decidió no arriesgar y contrató a un parapsicólogo para romper el encantamiento. Aunque no logró la presidencia ese año, eventualmente asumió como presidente en 2002. La maldición parece requerir más que un simple hechizo para romperse. Ahora, la pregunta que todos nos estaremos haciendo: ¿cómo desentrañar este misterio y liberar a La Plata de su encantamiento histórico? ¿Qué puede hacer el gobernador con aspiraciones a la presidencia de la nación para deshacer este maleficio, si es que puede lograrse tal cosa?

Un último dato para agregar, la Casa de Gobierno, donde reside el gobernador del pueblo de la provincia de Buenos Ayres, fue construida sobre un antiguo cementerio querandí.

Si nuestra ambición se limita a ser gobernador, podemos leer este artículo y reírnos un poco. Pero si aspiramos a ser presidente, lo tomaríamos más en serio. Adoptaríamos dos medidas urgentes: trasladar la capital de la provincia a Mar del Plata y aplicar el artículo 123 de la Constitución Nacional, otorgando autonomía plena a los 135 municipios de la provincia. Así, descentralizaríamos el estado bonaerense. Esto nos permitiría afirmar que hemos refundado la provincia de Buenos Aires. Sería como barajar y dar de nuevo. Siempre y cuando no surja algún adversario político que contrate los servicios de otra hechicera.

*La pequeña trinchera. Co-autor de «Buenos Ayres Humana, la hora de tu comunidad» Ed Fabro, 2022. Y «Buenos Ayres Humana II, la hora de tus Intendentes» es preparación. Mar del Plata

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Massazo bonaerense: con Kicillof al frente, la provincia marcó el pulso de una elección histórica

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Massazo bonaerense

En un contexto muy adverso, y cuando todos lo daban por muerto, el peronismo dio una clase magistral electoral y terminó bien posicionado para el balotage. En la provincia de Buenos Aires la elección fue histórica y los bonaerenses aportaron 1,5 millones de votos de los 3 millones que sumó Massa desde las PASO. Unión por la Patria retuvo casi todos sus municipios y ganó en muchos que le solían ser esquivos. Axel Kicillof mostró que la clave es la gestión y reeligió con casi 20 puntos de distancia.

Por: Martín Mazzoleni

A pesar de estar muy lejos de sus mejores elecciones, el contexto agiganta el resultado positivo para el peronismo. Se viene una balotage que seguramente estará peleado pero el impulso favorece a Sergio Massa que saborea la posibilidad de romper esa premisa que se había instalado como una verdad revelada: ningún gobierno puede reelegir con este nivel de inflación.

La clave de la remontada se explica en gran parte en la provincia de Buenos Aires que aportó el 50% de los 3 millones de nuevos votos para UxP a nivel nacional. Un verdadero bonaerensazo, o un massazo bonaerense, de la mano de Axel Kicillof que se ratifica como el líder con futuro del kirchnerismo.

El gobernador no le esquiva a la cuestión ideológica pero sabe que la clave pasa por la gestión. Planificar y ejecutar son las directrices de un gobierno que supera a todas luces a sus antecesores que habían dejado la vara bastante baja en un cargo por demás complicado.

Kicillof «aguantó los trapos» y marcó el pulso de esta remontada. Fue uno de los gobernadores que más militó la candidatura de Massa y hasta se animó a expresar que su gobierno no tendría futuro en caso de una derrota a nivel nacional. Cuando todos los números lo favorecían, Axel no especuló, se ató a la suerte del candidato presidencial y ganó.

La elección en la provincia de Buenos Aires fue tan buena para el peronismo que logró retener casi todos los municipios (menos Gonzales Chaves, Zárate y 25 de Mayo que está en duda) y desbancó a Juntos por el Cambio en 14 distritos.

El peronismo triunfó en siete de las ocho secciones electorales: Primera, Segunda, Tercera, Cuarta, Quinta, Séptima y Octava, mientras que JxC ganó únicamente en la Sexta.

Este batacazo bonaerense a nivel municipal también se explica por la división del voto anti peronista entre Cambiemos y los libertarios. Esta vez, el techo histórico del peronismo en distritos del interior le permitió ganar cuando antes no solía alcanzar.

A este fenómeno se sumó la pésima estrategia del PRO de presentar dos listas propias en las PASO y obligar a los intendentes a optar por solo una de ellas. Las primarias dejaron expuestas muchas heridas y muy pocos candidatos lograron capturar los votos de su contrincante interno.

«Fue como tener que elegir entre mamá y papá», explicó con simpleza un intendente que esperó hasta último momento para presentar su lista, esperanzado con que le diesen las dos boletas, antes de terminar cerrando con Larreta.

Ahora, los dedos inquisidores apuntan a Mauricio Macri. «Claramente no es más el líder ni el referente de Juntos por el Cambio», manifestó Ezequiel Galli luego de perder feo en Olavarría. La autocrítica sobre su gestión a nivel local todavía debe esperar.

Azul, Brandsen, Dolores, Chacabuco, Olavarría, Bahía Blanca, Coronel Rosales, Lanús, Bragado, Chacabuco, Rivadavia, Patagones, Suipacha y Salliqueló serán conducidos desde el 10 de diciembre por intendentes de UxP y también se podrían sumar Pinamar y La Plata que se pelean voto a voto.

Nuevamente, los argentinos sorprendieron y dejaron en ridículo a los encuestadores. Eso que muchos dirigentes territoriales decían con optimismo se cumplió. No es lo mismo cuando se juega por los porotos. Los electores saben la diferencia entre las PASO y las Generales y se animan a desafiar al sistema político pero cuando hay que definir piensan muy bien su voto.

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Bullrich y la Teorema de Baglini a la inversa: “Mientras más se aleja del poder se vuelve más precaria y agresiva”

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bullrich debate

Todo Provincial RADIO entrevistó a Ignacio Muruaga, consultor de Zuban Córdoba y Asociados, quien realizó un análisis del debate presidencial del pasado domingo. El especialista consideró que Patricia Bullrich fue la única candidata que «no cumplió su objetivo».

«Patricia Bullrich fue la que salió más afectada en el debate, fue quien tuvo la peor performance al punto de que ella mismo lo reconoció poniendo excusas. Es la candidata que se perfila para quedar fuera del balotaje y el debate no cambió ese panorama porque no aprovechó la oportunidad», consideró Muruaga.

El consultor aseguró que «en un escenario tan fragmentado no es correcto hablar de un ganador del debate«, y señaló: «Bregman tuvo inteligencia para ciertas declaraciones pero al estar afuera de la posibilidad de ganar tuvo mucho más margen».

Sobre Bulrrich, Muruaga reforzó: «Hay precariedad en su discurso y sus modos. Eso hace que mucha gente la vea con incapacidad de gobernar o liderar un bloque político».

El consultor ensayó una suerte de Teoría de Baglini a la inversa y opinó: «Mientras más se aleja del poder más precaria y agresiva se vuelve la forma de expresarse».

Mientras que consideró, en cambio, «Milei está más moderado en sus formas» como «una estrategia para mostrarse presidenciable».

Consultado sobre el impacto del escándalo de Martín Insaurralde, Muruaga señaló: «Para poder evaluarlo hace falta esperar unos días», aunque consideró: «Creo que habrá un impacto, el gobierno venía de algunos días de buena racha y esto cambió el tono de la conversación pública».

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